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La doctora en Ciencias de la Computación enfatiza en que "estamos viendo mucha soledad en el mundo" y las personas quieren compañía, dejando la sexualidad a un lado. La científica aclara, además, que ese tipo de tecnología "no es un reemplazo directo para los humanos".
“Estamos llegando a una era en que hay mucha inteligencia artificial y robótica en nuestra vida cotidiana e incluso, sin saber que está ahí, estamos interactuando con ella”. Con esas palabras explica la doctora en Ciencias de la Computación, Kate Devlin, la influencia de la tecnología en las personas.
“Estamos usando la tecnología para tratar de coordinar o mejorar nuestras vidas, hacer que nuestras vidas sean más fáciles”, asegura la investigadora británica, quien a principios de 2020 estuvo presente en Chile para participar del Congreso Futuro 2020.
Su deseo de saber de qué forma la tecnología cambia a los seres humanos y la forma de interactuar con las máquinas incentivó a la científica a indagar en la relación entre robots sexuales y las personas.
Sus estudios apuntan específicamente a esclarecer la relación entre el humano y el robot en el ámbito del sexo, y pese a que actualmente no hay ninguno disponible, la idea de un robot sexual es “una historia bastante antigua”, según la profesora titular del Departamento de Humanidades Digitales del King’s College de Londres.
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“Los últimos años ha habido un intento de hacer esto con la tecnología que tenemos hoy (…) Por el momento, son esencialmente empresas que hacen muñecos sexuales de alta gama. Muñecos tamaño real hechos de silicona que las personas compran, predominantemente por la compañía y el sexo”, asegura Devlin.
“Las empresas están tratando de introducir algo de interactividad, tienen cosas como una cabeza robótica y quizás un chatbots con personalidad de inteligencia artificial. Pero sólo son un puñado de empresas alrededor del mundo, no hay desarrollo a gran escala”, asevera la científica que ha escrito diversos artículos sobre el fenómeno de la robótica en la industria sexual.
La autora de Turned on: science, sex and robots es enfática en señalar que “estamos viendo mucha soledad en el mundo, las personas están buscando ese contacto, lo esperan, y usamos la tecnología de otras formas también, se ha producido un aumento de aplicaciones de citas, de encuentros casuales. Las personas quieren conectarse, ya sea que se conecten con un humano o una máquina, ahí se pone interesante”.
“No es un reemplazo directo para los humanos, pero quizás si vives solo y sólo quieres a alguien ahí, a veces cuando estamos solos encendemos la radio, cambiamos la televisión para tener compañía, por tener el ruido de que alguien esté ahí. Quizás es bueno tener algo con lo que puedas conversar”, puntualiza.
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En ese sentido, la doctora detalla que “el placer es muy importante en nuestras vidas”. “La felicidad es importante, pero el placer sexual también lo es. Sabemos que potencia nuestro ánimo, nos da una serie de endorfinas que nos hacen sentir bien y es beneficioso tenerlo en nuestras vidas”, sostiene.
“Creo que la idea de que podemos explorar eso y entregárselo a las personas y ayudar a que lo experimenten es algo bueno”, asevera Devlin, quien también admite que hay preocupaciones en torno al tema, como la idea de que alguien sea violento con el robot, o que hagan una versión infantil de un sex robot.
La investigadora aclara que a través de su investigación emerge siempre el hecho de que las personas quieren compañía, dejando la sexualidad a un lado.
“La mayoría de las personas sólo quieren tener un poco de intimidad y creo que ese movimiento desde el sexo hacia la intimidad es el importante”, finaliza.
El club laico alcanzó la gloria el 18 de diciembre de 1994 con un épico empate ante Cobresal en pleno desierto de Atacama.