1994, campeones como ayer: Se cumplen tres décadas de la histórica hazaña de la U de Chile tras 25 años sin títulos
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En conversación con CNN Íntimo, la conservacionista habló de la creación del Parque Pumalín, las repercusiones del cambio climático, su visita al Papa Francisco y recordó su historia de amor con Douglas Tompkins.
Su vida la divide en dos etapas. La primera la recuerda viviendo en un rancho con su familia al sur de California, Estados Unidos. La segunda es ella como empresaria trabajando en Patagonia, una compañía estadounidense de la cual se retiró a comienzos de 1993.
Con su marido lo dejaron todo y decidieron trabajar para crear áreas de conservación silvestre tanto en Chile como en Argentina.
Kristine Tompkins es la presidenta de la Fundación Tompkins Conservation y en mayo de este año la designaron como embajadora de territorios protegidos de la ONU.
En conversación con CNN Íntimo, la conservacionista explicó lo que significa la creación del Parque Pumalín, los cuestionamientos que surgieron cuando llegaron a Chile, habló del cambio climático y recordó su historia de amor con Douglas Tompkins. “Él es parte de mi piel”, dijo.
—Pumalín para todo el mundo es el emblema de estas tierras. Aquí partió lo más difícil, aquí tal vez está lo más bonito. ¿Qué significó para ti materializar esta donación después de un trabajo de 25 años junto a tu marido Douglas?
—Para nosotros el 2018 es un año muy grande porque realizamos sueños que empezaron hace casi un cuarto de siglo. Representa mucho trabajo, mucha discusión dentro de la sociedad chilena, mucho trabajo.
—Cuando llegaron y Douglas comenzó a comprar las tierras les dijeron de todo: que venían aquí a crear un Estado aparte, que querían dividir Chile, que esto iba a hacer un campo de entrenamientos para militares israelitas. ¿Qué fue lo peor qué les dijeron?
—Varias cosas peores, pero siempre hay que mirar este tipo de momentos con su contexto. En ese entonces, Chile no había tenido un proyecto así. Dos extranjeros nos llamaron la pareja que cortó Chile en dos. Cada país tiene su evolución de crecimiento en términos de ideas, proyectos, y llegamos en un momento cuando todo esto fue novedoso y sospechoso.
—Ustedes lo que proponían era comprar esta inmensidad de tierras para restaurarlas y donarlas de regreso al Estado, lo que parecía demasiado bueno para ser cierto. ¿Por qué una pareja que tiene gran cantidad de recursos decide hacer esto?
—En Estados Unidos existía ese precedente. Hubo familias que donó plata, donó tierras, parques nacionales en EE.UU. y nosotros crecimos adentro de los parques nacionales. Por lo mismo, creemos en los estatutos de un parque nacional que pertenece a todos.
—Después de hacer esta inversión, este trabajo de conservación, ¿cuál es la garantía que ustedes tienen que nosotros, Chile, vamos a poder cuidar estos parques y protegerlos de la manera en que ustedes lo han hecho?
—Yo creo en la sociedad chilena. Si me regalan un caballo, probablemente lo voy a cuidar. Nosotros no vamos a dar la donación y a decir “chao”, tenemos varios programas que siguen.
—Hay una condición de que se mantenga este terreno para la conservación.
—Sí, esa es una parte de la donación.
—¿Tenemos la plata para cuidar el caballo?
—Ustedes tienen que decidir eso. Los chilenos y el gobierno. Tienen que decidir si es una parte de la sociedad, de mecanismo económico, de crecimiento económico del país a través del turismo. Tienen que invertir en sus parques nacionales. Es como el cobre, la tierra, los peces y el mar.
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A Doug lo conoció cuando tenía 19 años, pero muchos años después se reencontraron en Calafate, Argentina. “Nos vimos y fue un click, era obvio que algo pasaba (…) buscábamos cosas parecidas en ese momento”, recordó Kris.
—Es una suerte, ¿no?
—No, es mucho más que una suerte. Es una de las cosas que uno puede soñar y cuando pasa de verdad en tu vida, es otra cosa.
—Él “Águila”, tú “Picaflor”. ¿Qué era ese código?
—Todo fue para radios HF, no había teléfonos, estaban recién empezando. Todos nosotros tuvimos handy y cada persona tuvo que establecer un nombre. Doug “Águila” porque voló todos los días y yo “Picaflor” porque soy muy frenética y quiero meterme en cada porcentaje del trabajo.
Desde 1993 eran inseparables, pero el 8 de diciembre de 2015 ocurrió un fatal accidente que terminó con la vida del empresario. Douglas sufrió un accidente en kayak en el Lago General Carrera y falleció por hipotermia. “Mi vida cambió en 180 grados. El trabajo fue más intenso, pero de alguna manera me salvó”, dice.
—Esto era un proyecto de los dos y tú lo estás cumpliendo.
—No recuerdo quién estaba entrevistándome y me preguntó: “Ahora como viuda de Douglas tú vas a terminar sus sueños”. Yo dije basta. Sí, soy la viuda de Douglas Tompkins, pero también soy Kris Tompkins. Los sueños de Doug eran compartidos, no solamente entre los dos, era de todo el equipo. Exploté.
—Cuando piensas en él, ¿dónde está en los recuerdos?
—Simplemente volando. Volamos mucho juntos. Es parte de mi piel, mis células.
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—Cuando veníamos hacia Pumalín en la avioneta, tú me mostrabas los glaciares y me decías “cuando nosotros llegamos acá, esto no era así”. Claramente es la muestra de cómo se está calentando el planeta, de cómo avanza el cambio climático. Nosotros como humanidad nos despegamos de la naturaleza, no la miramos, pero a través de lo que está pasando estamos viendo que de verdad hay que preocuparse. ¿Estamos a tiempo?
—De corazón, sí, estamos a tiempo de decidir. Arriesgar todo el futuro para que algunos ganen más plata, éticamente, como dice el Papa Francisco, no puede ser.
—El Papa Francisco sacó una encíclica, apropósito del tiempo del cambio climático y dando un apoyo. Tú estuviste con él hace muy poco, ¿de qué conversaron?
—Fui el 30 de junio de este año, para mi cumpleaños, y hablamos de varias cosas. El concepto de paz, cualquier reconocimiento de paz siempre es de humano a humano y yo pienso que tenemos que girar ese concepto un poco (…) es el único líder que yo conozco en el planeta que está hablando tan directamente con la conectividad del mundo natural y humano.
—Y tú no eres católica
—No, no. Anglicana.
—Entonces no te llega por ese lado, sino que por un liderazgo en cuanto a un tema.
—Absolutamente.
—Tú eras dueña del volcán Chaitén, eras dueña de los glaciares, de los ríos, eras dueña de una región que fácilmente podría equivaler a un país. ¿Qué es desprenderse de todo eso?
—Nunca fuimos los dueños, la fundación fue dueña. Con tristeza y una sensación de un trabajo cumplido. En los 26 años como equipo reconocemos la huella que hemos hecho. Será un paso complejo emocionalmente.
El club laico alcanzó la gloria el 18 de diciembre de 1994 con un épico empate ante Cobresal en pleno desierto de Atacama.