En conversación con Matilde Burgos, la cineasta abordó su quinto trabajo cinematográfico, donde retrata la historia de la ex ministra y actriz, Paulina Urrutia y el destacado periodista, Augusto Góngora, quien fue diagnosticado con Alzheimer en 2014. "A todos nos tiene que tocar cuidar, nos tiene que tocar cuidar en lo individual y en lo colectivo, esa es la principal deuda colectiva, cómo vamos a cuidar todos a los pacientes y a los cuidadores", reflexionó.
Es la mayor de 5 hermanos y se llama Maite porque a su mamá, María Teresa, le decían así. Y no solo eso porque la rigurosidad y la capacidad de generar empatía vienen de ella.
“Maite, gracias por saber integrar a cada una de nosotras y hacernos sentir especiales. Sabemos que con tus arraigados ideales cumplirás todos tus sueños y así llegarás a ser una gran crítica cinematográfica”, es parte de lo que dice la biografía que escribieron sus compañeras el año que egresaron del colegio. Solo que no fue crítica, sino que cineasta, y en vez de contar ficción ha preferido documentar la realidad.
Algo de eso comenzaba a aflorar en su época escolar. Alumna de 7, era igual de matea para organizar las semanas del colegio, para crear coreografías y hacer videoclips… una vez llenó de cajas de leches la Plaza Italia.
Disciplinada y paciente, hoy sus proyectos le toman años… Debe observar, investigar decenas de horas y grabar años antes que un trabajo de Maite Alberdi vea la luz… Su primer documental reflejaba la encrucijada de un salvavidas que le tenía pánico al agua. Luego hizo Los Niños con el difícil paso a la adultez de un grupo de jóvenes con síndrome de Down. Pero fue con su abuela y su grupo de amigas de La Once, que llegó a su primera alfombra roja internacional como candidata de Chile a los Premios Goya.
Pero el mayor salto hasta hoy lo ha dado con don Sergio Chamy convertido en El Agente Topo. Compitió por un Oscar, así que viajó a Los Ángeles con su octogenario agente secreto del brazo y con la satisfacción de haber logrado generar una discusión familiar sobre la soledad de las personas mayores.
Ya no está su abuela María Teresa, quien no alcanzó a ver el éxito mundial en que se convirtió con La Once, tampoco está su madre, que partió tempranamente cuando grababa Los Niños. Sin duda el momento más duro de su vida. Hoy el protagonista absoluto es Martín, su hijo de 4 años, que paradójicamente odia que lo graben, pero que ha hecho definir un esquema de trabajo que haga posible ser mamá y cineasta, en un mundo hasta hoy mayoritariamente masculino.
“La Memoria Infinita”
Recientemente fue el estreno mundial de La Memoria Infinita, el quinto documental de la cinesta que debutó en el Festival Internacional de Sundance. La película gira en torno a la historia de la ex ministra y actriz, Paulina Urrutia, el destacado periodista, Augusto Góngora y el Alzheimer que padece desde 2014. Con una mirada sobre la fragilidad, la dignidad y el cuidado, Maite nos cuenta cómo fue filmar la intimidad de la pareja.
“En esta historia, creo que no llegué por el tema sino que llegué por ellos. Me pasó que la Paulina me invitó a hacer una clase en una universidad en la que ella trabajaba y llegué a hacer la clase y estaba con Augusto ahí y lo dejaba participar, hacer preguntas, y algunas no tenían mucho sentido, entonces me llamó la atención lo integrado que lo tenía en la vida laboral y sentí que era como ir con mi hijo al trabajo (…) yo me sentiría fuera de lugar y si bien había trabajado muchas veces el tema del Alzheimer o de personas que viven aisladas socialmente, me llamó mucha la atención ese nivel de integración y de cómo lo estaban pasando bien en una situación que podrían no estarla pasando bien”, señaló.
—La grabación fue de cuatro años, ¿cómo lograste ir metiéndote en la intimidad? Porque, es la intimidad de una casa, es lo más personal que tiene un matrimonio, una pareja y sobre todo en una condición así… —La intimidad se construye con el tiempo, uno no llega a tener todo el acceso desde el principio. Filmamos cuatro años, fue un trabajo paulatino de generar confianza, de entender cuál era mi lugar en ese espacio, comprender con el tiempo qué cosas me interesaban de esa intimidad y que no, ellos también ven en que situación se sentían cómodos y en cuáles no, entonces creo que es algo que se va forjando lentamente y que vamos viviendo juntos y te diría que siempre he visto hasta el día de hoy pura dignidad.
“Es fragilidad y por supuesto, uno cuida la dignidad y uno cuida la identidad. Nosotras con la Paulina, juntas decidimos qué día parábamos de filmar, qué día sentíamos que hasta aquí llegábamos y ya no nos sentíamos incómodas ninguna de las dos”, reveló.
—En un documental, generalmente puede ser difícil determinar cuándo se termina, pero en este caso, ¿cuándo y por qué se terminó? —Yo pensaba grabar 20 años esta película, para mí no tenía límite, pero creo que el momento en que sentimos que Augusto ya no estaba comunicando lo que él quería comunicar, que comunica bastante en la película, y que nosotras dos sentimos que él ya no estaba siendo él fue donde decidimos parar. Ese fue nuestro límite, porque al principio ninguna de las dos sabía hasta cuando. Es un viaje eterno y una está dispuesta a vivirlo también, que rompe con todos los parámetros de producción.
—Y en esta producción, además, estuvo la pandemia. ¿Cómo lo hiciste? —Fue difícil, yo pensé que hasta ahí iba a llegar la película y la Paulina muy generosamente agarró ella mi cámara y filmó ella, entonces en la película dialoga con mis materiales, los de ella, y los de Augusto también con mucho material grabado por Augusto. Diría que fue una filmación colectiva.
“Augusto siempre…nos daba mucha risa, con tanta conciencia de los programas de televisión que yo llegaba y nunca me daba la espalda, hasta el último día. Siempre tendía a poner el cuerpo hacia la cámara, entonces siempre estaba muy presente y con la conciencia física de que se está filmando“, expresó.
—¿Dónde quisiste poner el foco en esta película? —Tiene muchas capas, pero está bastante en el amor y en cómo lograr ser pareja más allá de la pérdida de memoria, que fue lo que a mí me encantó de ellos, como yo siempre, hasta el día de hoy veo a una pareja. Por supuesto que hay una cuidadora, pero entre todo son pareja y desde ahí entré. Esto no es solo la película de Augusto, es la película de una pareja que termina siendo también el legado de Augusto de todas maneras. Tiene bastante el foco también en la cuidadora y en la manera de cuidar que es bastante excepcional, ejemplar, una mujer que decide integrarlo, la que tomó la decisión de hacerse cargo en su totalidad, de poner en pausa muchas cosas de su vida, pero la pandemia le coartó todos sus esfuerzos de integración pero que era una situación muy única en cómo ella tomaba las decisiones, entonces, creo que para mí lo que hace la Paulina es un acto de valentía total y es muy ejemplar en cómo cuida desde el cariño, a veces como que ni se le nota el cansancio, entonces es muy impresionante.
—Esta no es la primera vez que tú tocas el tema del Alzheimer…¿qué pasa y que ves tú que va pasando cuando ya la persona que uno tiene al frente no es la persona que uno conoce? ¿Desde dónde se sigue comunicando? —En el caso de Augusto lo que me pasaba con ellos, es que ella logra aferrarse a lo queda siempre, al vaso medio lleno, a disfrutar realmente la caminata. Quizás no pueden caminar por todo el barrio pero pueden caminar por el jardín, como a esos pequeños momentos que lograban estar conectados y ella potenciando lo que va quedando, que puede ser hasta sentirse el olor y estar juntos como en la circunstancia que sea. Es un caso muy excepcional, que no es el caso de todos pero diría que lo más universal y transversal acá es la posición en la que están las cuidadoras que ponemos el énfasis en los pacientes pero, hay cuidadores, la mayoría de las veces cuidadoras que postergan su vida, que dejan de trabajar, que pierden su sociabilidad también, que se aíslan junto con el paciente y nos tenemos que hacer cargo de ese grupo. Lo que yo te decía que me fascinaba de ver cómo lo llevaba es como todos tenemos que aprender a convivir en espacios que quizás no esperamos tener que convivir con personas con Alzheimer porque son otros tiempos, son otras dinámicas, nos altera el ritmo pero es la única forma de evolucionar. La Paulina dice en la entrevista que tú hiciste aquí mismo, que la única forma de evolucionar como sociedad es que alguna vez cuidemos a alguien. Y te dice, yo no tuve hijos pero me tocó cuidar a Augusto. A todos nos tiene que tocar cuidar, nos tiene que tocar cuidar en lo individual y en lo colectivo, esa es la principal deuda colectiva, cómo vamos a cuidar todos a los pacientes y a los cuidadores.
“Más allá de los premios o nominaciones, esta película es una invitación a mirar la fragilidad y el deterioro desde otro lugar. Que fue lo que me pasaba a mí, yo filmaba y la pasaba bien filmando, nunca sentí dolor, nunca sentía angustia. Me encantaba estar con ellos, cuando estaba con ellos quería estar con ellos. Quería estar, quería compartir, quería mirar, quería aprender y yo aprendí mucho de la Paulina, de qué esperar de las relaciones, expectativas frente a las relaciones amorosas también, con ellos, él también es pareja siempre”, zanjó.
“No asumí el cuidado como un mandato, asumí el cuidado desde una necesidad vital”
En este pasaje, Alberdi reflexionó sobre la muerte, el cuidado de su madre ante un avanzado cáncer y cómo convive con su pérdida.
—¿Cómo influyo tu mamá en tu vida? Porque ella era tan cálida como tú, preocupada de los detalles… —Éramos muy cercanas, yo estaba pegada a mi mamá todo el día. Yo me iba de vacaciones y me daba pena irme de vacaciones y no ver a mi mamá. Me costó mucho salir de mi casa, era muy apegada. Muy cuidadora yo también, como en la enfermedad, entonces también me pasa algo con la Paulina que veo en mí y en las relaciones. La enfermedad de mi mamá obvio que te duele, te duele cada diagnóstico.
“(…) Lo sentí como el fin del mundo, como la primera vez que sentí miedo en mi vida fue en ese momento pero también mi mamá tuvo algo muy de Augusto también, de ya filo. Voy a vivir con esto, la vamos a pasar bien, hice muchas cosas con mi mamá que jamás había hecho. Por ejemplo, viajamos, me acompañaba a todo, iba a todos los estrenos conmigo, paseamos y pasamos tanto tiempo juntas que fue un tiempo que quizás, en los ocho años que estuvo enferma yo los habría pasado en 20 años, entonces fue un intensivo de mamá que agradezco y que viví el cuidado con goce. Mi gran dolor fue la muerte pero no la enfermedad, la enfermedad fue un período de estar juntas, es como que también agradezco el aviso en ese sentido”, sinceró.
—¿Qué decía ella de esta Maite ya cineasta? —Le tocó ver la primera película terminada, no vio mucho de mi carrera pero siempre fue una gran defensora. Alcanzo a ver El Salvavidas y los cortos pero no alcanzó a ver La Once. Yo estaba grabando Los Niños y estrené La Once dos meses después de que murió entonces tampoco la vio terminada. Ella fue la que defendió que yo hiciera cine y que hiciera lo que quisiera hacer.
—Cuando ella se va, ¿cómo sigue su presencia? —Yo creo que uno aprende a vivir con el dolor en el cuerpo y está siempre. No hay día en que no piense en ella, trato de hablar de ella. Es tan raro cuando pierdes a alguien, pensar que el mundo sigue andando y a uno le falta una parte gigante, entonces acostumbrarte a hacer mundo sin alguien que era tu mundo. Ese es tu gran proceso.
—¿Cuidarla para ti fue una satisfacción? —Sí, fue una satisfacción y fue disfrute que es lo que veo también en la Paulina. Fue como estar, no era una obligación. No asumí el cuidado como un mandato, asumí el cuidado desde una necesidad vital, asumí esa compañía que tampoco era la única. También tengo hermanos que estaban ahí cuidando, entonces tampoco tenía toda la carga encima para nada.
—¿Y qué te decía ella? Porque ella era conciente de que no iba a estar… —Es que ella trataba de vivir como si no se fuera a morir también. Ella comenzó a hablar de la muerte muy al final pero trataba de vivir como si no estuviera enferma. Le encantaba pasar piola, que no se dieran cuenta, ese era su mayor éxito. Pero creo que hablamos más del presente que de la ausencia.
“Me encanta que le vaya bien y que tenga manager”
Respecto a su relación con Sergio Chamy, Alberdi reveló que lo ve poco pero que se siente orgullosa de su éxito como rostro de marcas y farmacias. Sobre el rodaje en el Hogar de Ancianos San Francisco de El Monte, Maite detalló los pormenores de la grabación que no hubiera sido lo mismo sin el carismático agente encubierto.
—¿Qué pasó con don Sergio cuando se dio cuenta de que esto era lo que era? —Yo creo que todos nos dimos cuenta tarde de lo que era, estabamos haciendo un documental, yo también estaba haciendo un documental que no sabía si íbamos a terminar, la película se terminaba el día que descubrían a Sergio, que podía ser el día dos sobre todo hablando en altavoz adentro del hogar con el teléfono. Era como, lo van a pillar mañana y yo estaba todo el día así, y él dice que se quería ir. Nada iba a resultar y todo fue resultando. Era un pisar huevos constante. Me pasa que no sé cómo he aprendido a vivir en la incertidumbre, en los rodajes.
—Pero si no hubiera sido don Sergio, porque hubo este casting que ustedes ponen al principio qué es súper brutal ver a personas mayores de 85 años que vayan a pedir un trabajo por un aviso en el diario…Podrían haber elegido a otro que no tenía todo el encanto que tiene don Sergio, ¿qué hubiera pasado con el documental? —Habría sido quizás un policial, más centrado en el caso de la investigación que era lo que yo me imaginaba. El personaje lo hacía un ex PDI que trabajaba habitualmente con Rómulo, pero se quebró la cadera y por eso hicimos el casting y apareció Sergio. Sería una película distinta, no sé que película sería, probablemente no habría tenido el impacto que tiene. Sin duda Sergio es el que hace la película.
“Me sorprende y me fascina ver lo que hizo la película de diversificar rostros, y como que Sergio sea el galán para vender ropa o de una marca o de una farmacia y que sea la cara, y que todos digan que estupendo, que está bien. No se había visto, me siento orgullosa de eso también, y que le vaya bien y que tenga manager, me encanta“, señaló.
“Quería participar porque no había duda de cuál era mi voto”
Finalmente, y en el último pasaje, la cineasta repasó lo que fue su apoyo al presidente Gabriel Boric a través de la dirección de la última franja electoral, donde la protagonista de 103 años habla sobre la igualdad salarial, las pensiones, el voto femenino y el foco en un Gobierno feminista.
—¿Por qué quisiste participar desde un punto de vista político y cómo se te ocurrió llevarlo con un grupo tan parecido a La Once? —Quise participar porque en ese momento no había duda para mí de cuál era mi voto. Estaba votando con total convicción. Quizás no voy a hacer una película pero me importa aportar desde mi lugar, entonces tampoco iba a ser una franja que no tuviese que ver con mis temáticas y con mis personajes. Yo a la único que pude reaccionar fue a un grupo que claramente sé filmar en un formato en el que tengo experiencia.
—Y fue muy emocionante para la campaña por el cambio generacional. Era el candidato más joven y que una señora de 103 años lo estuviera promoviendo causaba un impacto… —Sí, totalmente.
—¿Ha cumplido las expectativas que tenías de este Gobierno? —Creo que desde el punto de vista cultural, yo desde mi realidad veo una intención clara de cambios y siento que para los artistas ha sido bastante fluido la comunicación con el Ministerio y se han podido plantear las necesidades y veo como una puerta abierta que antes no veía y que se agradece.
—Esta señora en la franja hablaba de salarios, igual salarios tiene que ser entre hombre y mujer, ¿cómo lo vives tú en tu posición y en tu momento? ¿Has tenido que luchar por eso? —Nunca se da natural, creo que hay que luchar y quizás desde mi lugar, he tenido que luchar para pedir cosas que no se piden. Como si me quieren contratar y tengo que viajar, es con hijo, es con niñera o jardín infantil, es como un montón de cosas que quizás un hombre no va a oedir porque hay quizás una cuidadora atrás que se hace cargo. Me he visto en situaciones de exigir cosas que no se suelen exigir pero que tienen que ver con emparejar la cancha y tener la posibilidad de tener a una mujer dirigiendo.
“Si cualquier premio, o cualquier reconocimiento va a implicar que yo deje de hacer lo que quiero hacer con mi hijo o deje de cuidar a mi hijo como lo quiero cuidar, no me interesa. Desde que nació entendí que lo tenía que pedir y que así tenía que ser. Evidentemente tuve la suerte de tener a mi hijo en un momento de la vida en que ya tenía la carrera avanzada, que también es un problema para las mujeres. Yo lo pienso y digo como el reloj biológico pesa en ese equilibrio de cómo avanzar en tu carrera y en qué momento tener al hijo para que no se interrumpa la carrera y es la gran sensación de que te vas al salir del mercado, te vas a quedar fuera, uno batalla con eso como mujer todo el tiempo”, mencionó.
—¿Cuál es tú expectativa con este camino que decidiste tomar? —Mi expectativa es seguir filmando, si a mi me dices, vas a poder estar toda la vida haciendo las películas que haces y viviendo de eso, yo no necesito más. A mí me importan los premios, no por el reconocimiento en sí, sino porque me regalan la posibilidad de seguir filmando y de cada vez filmar en mejores condiciones y con mejores financiamientos, y con más tranquilidad en los presupuestos, arriesgando más también, pidiendo más tiempo. Los premios me regalan la libertad de filmar como yo quiero, entonces creo que a eso aspiro, como a tener cada vez más libertad de decidir cómo quiero filmar y qué quiero filmar.
La periodista de CNN Chile agradeció la distinción y recordó la trayectoria de Correa, quien es recordada como la entrevistadora más importante de la historia de Chile.