La escritora de 98 años conversó a fondo con Matilde Burgos en CNN Íntimo sobre feminismo, la lucha de las mujeres del siglo XX, recordó la vida con su marido y se refirió a los condenados por crímenes de lesa humanidad. “Ellos deben purgar sus penas”, aseguró.
Una mujer fuerte, luchadora y que ha sido libre pese a las circunstancias. De clase alta, que no la defiende. Una profesional, actriz, fundadora del Teatro Ictus y escritora.
Es nieta de Eliodoro Yáñez, esposa de Fernando Castillo Velasco, madre, pero por sobretodo, una mujer rebelde de 98 años que sigue alzando la voz.
En entrevista en CNN Íntimo, Mónica Echeverría habló con Matilde Burgos de sus inicios en el feminismo, la lucha de las mujeres en el siglo XX, recordó la vida junto a su marido, explicó su pasión por el teatro y se manifestó a favor de entregar beneficio carcelario a quienes cumplen condena por crímenes de lesa humanidad.
— Hoy ser feminista es una bandera que parece ser imposible de no abrazar. Pero ser feminista, ser rebelde a principios del siglo XX no era tan fácil. ¿Cómo despertó esa niña rebelde, esa mujer, esa feminista?
— Fue difícil, fue complicado. La verdad es que para toda la política chilena, sobretodo de la oligarquía, era tener a las mujeres muy sumisas. Yo nací cuando no existía el derecho a voto, cuando muy raramente la mujer podía aparentar ser importante, pero poco a poco fueron surgiendo las rebeldes, las que no estaban de acuerdo como Elena Caffarena, Olga Poblete, que organizan a las mujeres.
— Su propia madre, Flora Yáñez, era también escritora y publicó un libro que se llama “El abrazo de la tierra” (1933) y por el que fue incluida dentro de los textos referentes del movimiento de liberación de las mujeres. Trataba de que el matrimonio era un mortal hastío. ¿Cuánto influyó ese pensamiento de su mamá?
— Ella vivió casi todo su tiempo cuando no había derecho a voto (…) las mujeres eran consideradas para que procrearan y fueran fieles a sus maridos. Nada de puestos ni de poder alguno. Ellas solas se metieron en esta lucha y la ganaron después de muchos sacrificios y después de muchos tormentos. Por ejemplo, la hermana de mi padre, cuyo seudónimo era Iris, el marido asesinó a su hija y ella se metió en que había que condenarlo, pese a que él era Marcelo Lira, de la alta sociedad chilena de la época. Ella logró que lo fusilaran, o sea, es el primer y único caso en el que alguien de la oligarquía chilena es condenado y fusilado.
— ¿Hasta dónde llega su feminismo? ¿Es partidaria al aborto libre?
— Sí, creo que la mujer es dueña de su cuerpo, de su destino, ella debe decidir. Ninguna ley debe obligarla a nada.
— Su esposo, Fernando Castillo, fue profundamente demócrata cristiano. ¿Usted se siente demócrata cristiana?
— No, creo que la Democracia Cristiana fue lenta en reaccionar, estuvo muy dominada por los hombres, fue un partido esencialmente masculino…
— Porque en esto del aborto es contraria en todas las causales, le costó mucho aprobarla en las tres causales, pero el aborto libre no lo promueve como partido.
— Creo que le quedan pasos que dar para que sea un partido que considere las mismas condiciones a hombres y mujeres.
— ¿Cree que los piropos son para sancionarlo?
— No, ahí estoy totalmente en desacuerdo. Creo que los piropos les dan alegría a las mujeres, le dan fuerza y existen en todas partes del mundo.
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“Piñera está bien intencionado”
— Después de un año del golpe militar deciden tomar una oferta de irse a Cambridge y se van, pero sus hijos se quedan acá. Ahí ocurre lo de Carmen, su hija, quien era pareja de Miguel Enríquez, dirigente del MIR. Ambos estaban escondidos en la casa donde ellos vivían, los encuentran y ocurre esta violenta represión que se llegó a llamar la matanza de Corpus Christi, matan a Miguel. Su hija quedó muy malherida y ahí participó Miguel Krassnoff, usted después hace un libro de él. ¿Por qué decidió escribir sobre él?
— Porque creo que fue uno de los hombres más nefastos de los torturadores y partidarios del golpe más crueles. Creo que merecía hacerse una biografía de un personaje que llega a Chile, de meses, y que después se transforma en un torturador, en un criminal.
— Ahora tiene una cantidad de años de condena que, con la vida que tiene, no va a alcanzar a pagar. Sin embargo, es parte de lo que han pedido beneficios carcelarios y han pedido que se les rebaje las penas a los que están en Punta Peuco. ¿Usted cree que merecen recibir beneficios carcelarios los que ya están en la última etapa de su vida?
— Ahí depende tantas cosas, si están ya con una enfermedad terminal, están agonizando, por supuesto que ya no merecen seguir condenados, pero hay muchos otros, y la mayoría de ellos, que están todavía en condiciones de purgar sus penas y a ellos yo no les concedería ningún beneficio.
— Pero si Miguel Krassnoff cayera con una enfermedad de este tipo, ¿usted también le concedería el beneficio de irse a morir a su casa?
— Creo que en los momentos en que una persona está a punto de morir sí.
— ¿Aunque fuera él?
— Aunque fuera él. Yo creo que mucha gente no estaría de acuerdo conmigo, pero ese es un momento de meditación, de purga, y ahí sí.
— Porque él destruyó la vida de su hija. Pese a que ella se salvó, estaba embarazada de Miguel Enríquez, termina en Londres y ese niño muere…
— Sí, él es culpable de eso también. Él fue un asesino, un torturador y merece purgar sus penas mientras algo de lo que él hizo le haga meditar en las condiciones en que está. Yo lo condenaría hasta el final, fuera de los últimos momentos, ahí puede recibir los beneficios de un final de vida, no antes. Yo creo que ellos deben purgar sus penas, fueron muy graves, muy penosas y deben hacerlo hasta que estén conscientes y en buen estado de salud.
— ¿Qué opina de Sebastián Piñera?
— Creo que está bien intencionado. Creo que dentro de lo difícil que ha sido gobernar a Chile en estos momentos, él lo ha hecho con bastante independencia.
— ¿Usted lo conoció a él?
— Sí, pero por sobretodo conocí a sus padres, soy de esa generación. Sus padres eran más demócratas cristianos, eran más abiertos. Creo que algo de ellos todavía le pena y creo que algunas acciones, no todas, aparece el alma y consciencia de sus padres.
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El derecho a cambiar
— Usted critica a los conversos y publicó el libro “Háganme callar”, específicamente habla de ocho personas que son desde Enrique Correa hasta Max Marambio. Critica que ellos hayan cambiado su bandera de lucha por el neoliberalismo. ¿La gente no tiene derecho a cambiar?
— Todo el mundo tiene derecho a cambiar, pero que cambien para bien no para mal. Creo que dieron unos pasos atrás, en vez de dar unos pasos hacia adelante (…) la mayoría de ellos simplemente se entregó sin exigir con fuerza una real democracia.
— ¿Quién es para usted Enrique Correa?
— Un todopoderoso, con mucho poder. Para mí es un personaje nefasto y que ha hecho más mal que bien en la política chilena.
— ¿Nefasto por qué?
— Sus consejos, sus aperturas, han aplaudido a gente que no debía ser aplaudida. No han visto todo el mal que esos movimientos le hicieron a Chile. No han pedido perdón, no han sabido rescatar muchas de las cosas que se perdieron de la verdadera y real democracia.