En entrevista en CNN Íntimo, la comediante habló sobre feminismo, política, de su carrera fuera de Chile y recordó un traumático episodio del que ella fue testigo en su paso por el programa de Don Francisco. “Fue fuerte la experiencia”, afirmó.
Se caracteriza por hablar claro. Ya no tiene nada de cabra chica y tampoco necesita gritar. Interpreta al mundo de las mujeres con un discurso que incomoda.
Es la comediante número 1 de Chile, hoy la vemos en televisión, está en Netflix, conduce el programa #CaféConNata de Súbela Radio y prepara una gira de cierre de su show Sin Miedo.
Es una de las voces fuertes del feminismo y es parte del Comité de Apoyo a las Mujeres en América Latina que patrocina la Organización de Estados Americanos (OEA).
En entrevista con Matilde Burgos en CNN Íntimo, Natalia Valdebenito habló de sus causas, del feminismo, de la política, del costo que ha tenido hablar claro, de la internacionalización de su carrera y de su sueño de presentarse en cada teatro del mundo. Pero también recordó momentos no tan gratos: reveló un episodio de abuso cuando estuvo en el Clan Infantil de Sábado Gigante.
—Tienes una carrera exitosa, que ha sido ascendente. Estás asumiendo una causa, pero ¿cuál es el costo que ha tenido hablar claro? Para bien o para mal.
—El costo se vive a diario y es muy paralelo. Lo bueno viene de la mano de lo malo y lo malo viene de la mano de lo bueno. Como mi trabajo es masivo, lo bueno que tiene es que la gente se me acerca y me dice lo que piensa y lo que opina, y eso también es lo malo que tiene. Como yo no quiero ser monedita de oro, no le gusto a todo el mundo y eso también acarrea un montón de consecuencias que tienen que ver con mi seguridad. Ese ha sido el costo más alto (…) cuando no estoy cómoda es cuando uno se empieza a preguntar si de verdad las amenazas, que llegan a través de las redes sociales o de otros modos, son reales.
—¿Qué tipo de amenazas?
—Las amenazas de cortarme la cara, amenazas de funarme un show, amenazas que uno dice “bueno, esto puede ser un juego”.
—¿Denunciaste estas amenazas?
—Sí, tuve que hacerlo y tuve que aterrizar el tema también. Tiene que ver con seguridad para mí y mi equipo de trabajo. Hemos tenido que tomar medidas.
—¿Esta investigación ha llevado a algo que era cercano a lo real?
—Yo no sé qué hay detrás de una persona que le quiere hacer daño a otra (…) trato de no subestimar la violencia y por ese lado me lo tengo que tomar en serio y ha sido la consecuencia negativa de hablar fuerte. No que no estén a favor mío, sino que estén en contra y me lo demuestren con violencia.
Tirria al poder
—¿A qué edad partiste en el Clan Infantil?
—A los 10 años.
—¿Cómo te definió para que tú cuando salieras del colegio dijeras “yo quiero ser actriz”?
—Ahí como que me traumé un poco. Fue como bien fuerte la experiencia en el Clan Infantil por varios motivos. Espero que algún día podamos todos profundizar al respecto, porque fue el último clan infantil en Chile. Pasaron cosas que obviamente a todos los niños nos dejaron medio “no quiero más esto”.
—¿Qué cosas?
—Pasaron cosas que tienen que ver con la seguridad de los niños. No la mía, por eso también me cuesta meterme en ese tema, pero sí pasaron cosas que a todos en ese minuto nos dejaron como “no quiero esto”.
—¿Estamos hablando de abusos?
—Sí, estamos hablando de abusos.
—¿Tú denunciarías ese abuso?
—Yo lo denunciaría, pero yo no soy la involucrada de manera directa, porque sí soy involucrada de manera indirecta al vivir esto igual. Me parece que son las personas las que tienen que hacerse cargo. ¿Cómo yo le puedo lanzar esa bomba también a esa persona? Él tal vez no quiere decir nada en este minuto.
—¿Tú hoy no dirías quién era?
—No.
—¿El abusador o abusadora?
—Yo lo recuerdo como si tuviera 10 años. Entonces, te puedo decir su cara, su nombre, su color…
—¿Me lo dirías?
—Si vamos a hablar profundamente de ese tema, te lo diría. Cuando hablemos profundamente de ese tema, por supuesto. Como te decía, fue una experiencia fuerte en varios aspectos, pero artísticamente muy importante. Ahí quedé enganchada a la danza y al teatro (…) de ahí chao, no hice nada más, ni en el colegio.
—Eso marca la experiencia de un abusador. Cómo puede definir lo que quiere y no quiere un niño…
—Probablemente mi forma de proceder después. Obviamente a mí no me ha pasado nada de grande y no lo digo con soberbia, lo digo con el aprendizaje. Aprendí muy chica el cuidado que tenemos que tener.
—Ahora, Natalia, estamos hablando en serio.
—Sí, siempre hablo en serio.
—¿Por eso no quieres decir quién era ese abusador?
—No, porque el recuerdo que tengo es de niña y es muy difícil hablar con esas palabras. No te podría hablar como una persona adulta de algo que paso de niña.
—¿Te marcó posteriormente?
—Yo creo que sí, no en lo personal. Mi padre y mi madre han construido con cemento la seguridad que yo tengo. Pero sí respecto a la claridad, sigue el mundo abriéndose para que yo lo vea…
—El abuso de poder se te reveló a esa edad.
—Claro, y desde ahí le tengo una tirria al poder.
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¿Quedó chico Chile?
—Tras la presentación en el Festival de Viña, ¿cómo ha sido la llegada de la fama?
—El contacto con la gente no lo encuentro para nada como lo que cambia todo. El contacto con la gente hace que uno pueda seguir escribiendo.
—¿Ha cambiado la vida para ti desde ese momento?
—Yo pensé que si me iba bien en este festival iba a tener la posibilidad de, por ejemplo, presentarme en todos los teatros regionales de Chile. Era algo que yo, como comediante, no iba a poder hacer nunca. Si yo tenía esto, podía decir “hola, ¿me dejas entrar a tu teatro?”; “sí, claro”.
—Porque el escenario más grande estaba conquistado…
—Entonces dije “me voy a meter en todos los lugares donde yo quiera”, y yo quiero actuar en todos los teatros del mundo. Ese es mi sueño.
—En este sueño que tienes de internacionalizar la carrera, de estar en todos los escenarios, comentábamos que es habitual que los argentinos vengan a hacer comedia y teatro a Chile, pero de vuelta no es tan habitual…
—Para nada…
—Y tú estuviste en agosto en Buenos Aires. ¿Qué significó salir? ¿Cómo lo viviste?
—Llevo viajando un buen rato y el estado de ir afuera es siempre el mismo. Nadie te conoce realmente como acá, todos los chistes que tengan que ver contigo ya no sirven, porque nadie conoce al personaje (…) hay que empezar a limpiar, son decisiones de guión. Lo más importante es hacerse entender, más allá de los modismos. Hay que tener esa claridad en el escenario. Yo me preparo súper bien para el escenario, este es mi trabajo, es mi vida. Si tengo que preparar un show me preocupo de todos los detalles. Afuera tengo harta experiencia, he ido a Colombia, México, en Argentina ya es quinta vez….
—¿Te quedó chico Chile?
—No, jajaja. No queda chico Chile, porque Chile se cree comediante. Chile siempre espera que tú seas más divertido que él (…) Chile siempre es desafiante, pero sí quiero que se ponga difícil la cosa, aún más jajaja.
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“A sacarse el aro de perla”
—¿Cuáles son tus causas en el feminismo? ¿Pañuelo verde?
—Sí, por supuesto. El aborto es parte trascendental de la causa feminista y yo lo quiero explicar así, porque tiene que ver con la decisión soberana de la mujer sobre su cuerpo.
—Más allá si tú estás de acuerdo con la posición, que tenga la posibilidad…
—Por supuesto. Me gustaría que terminara como un mantra: “quién soy yo para opinar sobre tu propia realidad si no la conozco y no estoy desde ese lugar”.
—¿Qué sector político te representa más o interpreta más esta posición?
—Ser mujer también es un rol político (…) he visto mujeres organizándose, pero también no hay esta uniformidad que quisiéramos. El otro día escuché a Marcela Sabat diciendo que para ella estaba perfecto con las 3 causales, pero yo siento que también tienen ese peso moral de no defraudar al abuelo. Yo las invito a sacarse el aro de perla y ponerse en el lugar de las mujeres que realmente lo sufren.