Pollo Fuentes recuerda intento de abuso por parte de sacerdote: “En el colegio dijeron que yo estaba equivocado”
Por CNN Chile
14.09.2023 / 22:52
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En un nuevo capítulo de CNN Íntimo, el músico, conocido por ser el primer fenómeno de masas de la nueva ola, conversó sobre su infancia, sus inicios en la música y su carrera al día de hoy. "Si dejo de cantar creo que me derrumbaría", afirma.
De joven, José Alfredo Fuentes tenía talento y fueron los sacerdotes de su colegio los que se convirtieron en cómplices de esta vocación. Su profesor de música llevó grabaciones al sello Caracol, que le ofreció inmediatamente un contrato.
Fue el director del establecimiento educacional quien debió convencer a su madre de que la propuesta era buena para que lo dejara aplazar un año su ingreso a la universidad. “Después ella era la más orgullosa, pasó a ser mi fan número 1“, confiesa a CNN Íntimo.
A los meses, el pollo, como lo bautizaron un día que llegó empapado por la lluvia, se había convertido en el primer fenómeno de masas de la nueva ola, situación descrita alguna vez como la beatlemanía chilena. Sus incondicionales fans, o calcetineras, llenaban de amarillo todo lugar por el que pasara.
“Debuté a los 18 años en el Teatro Caupolicán y me daba mucho susto porque era un público exigente, como el Festival de Viña y quizás más. Todos los cantantes teníamos la prueba de fuego de que si pasabas esta barrera quería decir que las cosas iban a venir bien y gracias a Dios la primera vez que estuve ahí me fue espectacular“, agrega.
En 1966 grabó Te Perdí, el infaltable hit que lo ha acompañado durante sus casi seis décadas de carrera ininterrumpida. “No sé por qué fue tan rápido (mi éxito). Yo grabé en mayo mi primer disco y recuerdo que ya en septiembre de ese mismo año, el ’66, provocaba estas cosas de multitudes y de chicas que lloraban o se desmayaban”, reflexiona.
Pese a los increíbles logros, Fuentes afirma que jamás se mareó con el éxito, según él, ya que “no me creí el cuento respecto a sentirte una figura increíble y lejana de la gente.(…). Yo llegaba a mi casa y era un compadre más”. Pese a ello, reconoce que “esto partió cuando tenía 18 años. Yo no conozco otra vida que no sea la de ser un tipo popular“.
Cuando joven, cerca de los 15 años, conoció a Cecilia, la incomparable, con quien forjó una fuerte amistad. “Un par de veces a la semana iba a su casa, a almorzar, tomar once o íbamos al cine (…). Fue tan gentil, muy tierna y amorosa conmigo. Después hicimos giras juntos, ya siendo los dos muy populares, por todo Chile”.
El cariño por Chile
Era tal la locura que desataba el pollo, que al poco tiempo el sello RCA lo invitó a probar suerte a México. Allí comenzó a producir la misma idolatría que en Chile, un fenómeno que conocía bien, pero él tenía otros planes para su vida y decidió volver: quería casarse con su polola Isabel, tener una familia y así lo hizo.
—Te arrepientes de no haberte quedado en México.
—No puedo decir que me arrepiento, porque llevo una vida satisfactoria, con tres hijos espectaculares, con mis nietos, toda la familia, y no hubiese pasado si me hubiera quedado en México (…). Habría sido un éxito allá y a nivel internacional, porque tengo un estilo diferente (…), pero echaba de menos Chile.
—Ahora han pasado años de eso y todavía sigues vigente. Has mantenido tu voz.
—Lo que te aportan los años y la experiencia es el poder interpretar bien, el poder sentir más lo que estás diciendo. La gente yo veo que lo asimilan y eso es lo mejor, cuando tú estás cantando y empiezas a ver que el público está concentrado y sintiendo lo que tú quieres expresar en cada una de las canciones, yo creo que eso debe ser el cielo.
—Debe ser satisfactorio poder vivir de esto, de tu música, durante tanto tiempo.
—Soy privilegiado, porque hago lo que me gusta, desarrollé mi vocación, que es la música y cantar, y he perdurado en el tiempo, tanto que ya no puedo más que agradecer a Dios, al público y a toda la gente que me ha apoyado y aguantado. Si dejo de cantar creo que me derrumbaría. Si tú me ves bien ahora a mis 75 años es por la música.
Dolores, miedos y satisfacciones
Fue animador de programas de tv por décadas, pero nunca ha dejado la música. En el 2000 la quinta Vergara lo recibió por primera vez, premiándolo con gaviotas de plata y oro, y el 2005 sorprendió cuando le pidió a Álvaro Henríquez producir su próximo disco, con canciones de autoría de Henríquez, Café Tacvba y Juan Gabriel.
Más de 20 discos dan cuenta del trabajo musical que en 2021 premió la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes musicales (SCD) como Figura Fundamental de la Música Chilena. Es el premio más importante a la trayectoria y vigencia de un artista, la misma que sigue desplegando hasta hoy sobre distintos escenarios de todo el país.
Sin embargo, no todo siempre fue color de rosa para Alfredo José Antonio Fuentes Cuevas, ya que diversos episodios marcaron su niñez y adolescencia. A los ocho años debió sufrir la partida de su padre a causa de un cáncer, lo que marcó los siguientes acontecimientos que ocurrieron durante esta época.
“Un día tomó mis puños y se los puso un buen rato en los ojos, él ya sabía que tenía cáncer al páncreas y como dentista tenía claro que le quedaba poco tiempo de vida, y se me mojaron los puños, que es una cosa que nunca olvidé, que me pega fuerte en el corazón porque era muy bueno mi viejo, muy cariñoso, y además yo era su único hijo, así que era regalón“.
Luego, se enfrentó un intento de abuso por parte de un sacerdote marista. “Yo tenía alrededor de 11 años y después de una clase, a mí y un compañero nos invita un hermano a ir a una sala de trabajos manuales, bien lejos de donde estaban las clases, y cuando entramos cierra la puerta, me agarra, me abraza fuerte y me empieza a apretar, incluso llegándome a morder la cara”.
“Mi amigo, que era más avivado que yo, subió por unas repisas, agarra un cajón y se lo tira a este gallo, pegándole en la espalda. Me soltó y yo me salgo arrancando”, detalla. Sin embargo, cuando le contó a su familia, y esta fue al colegio, “ahí dijeron que yo estaba equivocado, que no había entendido, que él no quería hacer lo que yo creía y siguió en el colegio”.
Pese a este difícil momento, recuerda con cariño a la institución educacional. “(Este caso y otros) mancharon un colegio que para mí es buenísimo. Mi educación, mi manera de ser, el hecho de haber tenido éxito en la vida, en la cosa artística, y el respeto que siento por la gente me lo inculcaron desde mucho chiquitito en el colegio, así que yo agradezco la educación del Instituto Alonso de Ercilla de los Hermanos Maristas“.
—Tú dices que los maristas también fueron importantes en tu carrera, ya que uno de ellos hasta convenció a tu mamá para que te dejara cantar.
—Ahí está el otro polo. Cuando yo le digo a mi madre que quiero cantar porque un sello discográfico me estaba ofreciendo una opción para ser un artista profesional, ella me dice que estaba loco, que tenía que entrar a estudiar periodismo, que era lo que pensaba estudiar. Me decía ‘de que vai a vivir, cabro de porquería’ (…). Yo pensé que ya había sonado, que no podría grabar discos y se lo conté al hermano Perfecto Sánchez, antes conocido como el hermano Lucio, que también era el prefecto del colegio, y él va a hablar con mi mamá”.
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