Ha actuado, dirigido, ha hecho cine, teleseries y hoy participa de exitosas producciones para Netflix. En una nueva edición de CNN Íntimo, el actor de 64 años repasó su carrera, la pérdida de Tomás Vidiella, cómo se vive el movimiento Me Too desde la vereda de los actores hombres y la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado. "La deshumanización que existió en ese momento, y que mucha gente la pasa por alto y algunos todavía convencidos de que los detenidos desaparecidos nunca existieron", dijo.
Se dejó barba y bajó varios kilos para interpretar a Denny en Lluvia Constante, una tragedia contemporánea que acaba de estrenar junto a Cesar Sepúlveda en la nueva Sala Zoco de Lo Barnechea. Dice que es la obra más exigente de toda su carrera, lo que no es poco. Porque Guillermo Semler Aguirre se subió por primera vez a un escenario a los 5 años, y aunque pasó por la carrera de Geografía para no defraudar a sus padres, el teatro pudo más.
Estudió en la Universidad de Chile, en un tiempo de tal exigencia que junto a él sólo se graduaron 4 compañeros más. Desde entonces ha enseñado, actuado y dirigido.
En sus manos cayeron las décimas de Roberto Parra que se convertirían en La Negra Ester, la obra icónica de nuestro teatro en la que interpretó a Esperanza. La obra marcó su vida profesional y personal. Sus dos hijos mayores junto a la actriz María Izquierdo nacieron en los años del Gran Circo Teatro.
Ha actuado, dirigido, ha hecho cine, teleseries y hoy participa de exitosas producciones para Netflix. Lo único que lo detuvo por un tiempo fue la pandemia, de la que pensaba era imposible salir. Afortunadamente la ciencia dijo otra cosa y hoy, a los 64 años está viviendo un momento cargado de proyectos.
Es un apasionado del teatro, eterno malcriador de sus 3 hijos Julián, Matias y Josefa, ayunista siendo un gran cocinero y eje central de una generación de actores que nació en las tablas, pero que no conoce fronteras.
—¿Cómo se viene este año en el teatro?
—Yo diría que la pandemia nos afectó…lo que te decía de mi retiro, porque yo hice malos cálculos y malos presagios. Cuando llegó la pandemia, y empezó toda esta cuestión, yo dije esto es endémico y va a empeorar. Cuando uno conocía al principio las mutaciones del virus yo dije ‘esto es el fin’. Bueno, las cosas ocurrieron, por suerte, de manera más liviana y yo te diría que nos cargó las pilas, en ese sentido, a los artistas. Y nos hizo volver entonces con mucha más intensidad.
—Pero para ti tuvo una consecuencia y un costo bien alto, no solamente en lo económico sino también en lo humano, porque ustedes quisieron volver al teatro con esta Orquesta para Señoritas donde se contagiaron todos…¿Cómo y cuándo te contagiaste tú?
—Nos contagiamos todos simultáneamente. (…) Con los actores, independiente de que trabajemos en cine, televisión o en series, yo pertenezco a los actores de teatro porque estudié en una época en la Chile en que no existía. Se hacía una película en Chile cada cinco años, las teleseries no existían, etc, entonces uno iba a ser actor de teatro y hacía votos de pobreza franciscana porque así iba a hacer su vida a cambio de llevar a cabo tu vocación. Y eso lleva a una sensación de que el teatro, el edificio mismo, es un lugar entre comillas místico, es como el templo, por así decirlo. Y nos comportamos de una forma distinta y está lleno de supersticiones. Yo no soy supersticioso, pero me hice supersticioso porque me gusta mucho la etimología de la superstición.
En este pasaje, Semler se refirió a la pérdida de su amigo, el actor Tomás Vidiella, quien murió a los 83 años a causa del COVID-19. “Era el comienzo de la pandemia, íbamos a reabrir los teatros como Christopher Nolan pensaba que iba a reabrir los cines con Tenet. Y por esta misma condición yo te diría que dentro del teatro es el único lugar donde yo siento paz. Paz espiritual, paz existencial, donde me siento protegido de todo, y eso es muy común entre los actores. Los actores somos raros, es verdad, a todo el mundo le fascinan los actores pero nadie quiere tener un actor en la familia. (…) En un momento, cocinando con mi hijo Martín, me di cuenta de que había perdido el olfato, la noche anterior a que nos hiciéramos el PCR que nos dio positivo a todo. Entonces, de alguna forma, me autodiagnostiqué y al día siguiente, nos hacen en el teatro el PCR, y estábamos todo el equipo del escenario, director de escena, asistentes, estábamos todos contagiados y el elenco también”, detalló.
En esa línea, reveló que “a algunos les pegó más que a otros, algunos se asustaron más que otros, a mí me dio exactamente lo mismo y lo único que me pasó fue perder el olfato y nada más, no tuve ninguna consecuencia, de hecho me lo pasé fumando Malvoro. Pero, Cristián Campos lo pasó muy mal, Ñeco lo pasó muy mal, estuvo hospitalizado, y perdimos a Tomás Vidiella y a Patricio Araya. Siendo tan amigo de Tomás, y que estábamos sentados juntos en todos los ensayos, Tomás me mensajeo la noche que lo iban a internar por precaución y yo le alcancé a preguntar si tenía miedo. Y él me dijo ‘no, estoy súper tranquilo. Yo sé lo que va a pasar’. Estaba como entregado de alguna forma y a la noche siguiente falleció”.
—¿Cómo lo viviste? Porque Tomás Vidiella para ti fue importantísimo. Él creyó en ti cuando tú estabas comenzando para que dirigieras con él…
—Para Tomás yo era su director favorito y él era mi actor favorito. Teníamos esa relación, guardando todas las distancias y proporciones como Scorsese con De Niro en la primera etapa y ahora Scorsese con Di Caprio. Y con Tomás yo siempre lo dirigí, nunca nos tocó actuar juntos o que él me dirigiera a mí. Y siempre elegíamos grandes textos y siempre teníamos una química muy especial, además de una amistad muy profunda.
—Por lo tanto, ¿el COVID tuvo un costo alto?
—Bueno, todos nos vamos a morir, es la única certeza que tenemos. Entonces, de alguna forma uno se prepara y se prepara cuando viene un peligro de este tamaño, uno se prepara más rápidamente. Si un país le declara la guerra o otro, la gente está mucho más cerca y mucho más preparada. Pero, a mí, por supuesto, pero afectó mucho emocionalmente, tuve psiquiatra, en el teléfono andaba con la foto de Tomás. No solo había perdido a un gran amigo, sino que había perdido a mi actor fetiche también, y toda esa relación que teníamos y cuando estábamos en los ensayos, ya estábamos planeando hacer algo juntos de nuevo.
Su relación con Chris Noth y el movimiento Me Too
Semler colaboró con el recordado actor Chris Noth, reconocido por su papel de Mr. Big en la serie Sex and the City. Noth fue acusado de violación por parte de dos mujeres, lo que fue negado por el intérprete. Consultado sobre el movimiento Me Too y sobre la situación de los actores hombres, Semler señaló que a pesar de ser un cambio de paradigma muy fuerte, “todavía considero que quedan reminiscencias de una caza de brujas”.
—¿Cómo se vive desde la otra parte? ¿Qué le pasó a los actores?
—A mí particularmente no me afectó, porque yo nunca he dicho un piropo en la calle. Nunca tuve ese riesgo, siempre he sido por ser del siglo pasado, muy caballero en ese sentido, con un lado femenino muy bien desarrollado, cocino, me gustan las flores. Hasta el día de hoy, mi relación con mis colegas mujeres o con las mujeres en general es de mucha amistad. Nunca se me ha ocurrido pasarme de la raya si es que no es ella la que toma la iniciativa, si es que no es ella la que me da permiso. Esa timidez infantil todavía me dificulta ese tipo de cuestión de yo tomar la iniciativa.
“Ciertamente, fue un cambio de paradigma muy fuerte y que yo todavía considero que quedan reminiscencias de una caza de brujas. Porque si tú te das cuenta, los únicos casos que son muchos, son los masculinos, no hay casos femeninos, salvo contados. Pero si una mujer se pasa de coqueta con un hombre, no hay una denuncia al respecto y ha habido, y lo sabemos, de hombres del todo inocentes que ante un gesto o una mirada se les ha funado por redes y bloquearon por el resto de su vida en su carrera”, señaló.
—Pero ya tampoco suceden las cosas que malamente sucedían antes…
—Claro porque ha habido una conversión en ese sentido muy rápida, desde ese punto de vista. El mundo dentro de 10 a 20 años ha cambiado muy rápido y no solo en el sentido de la conducta humana, también en el aspecto de la tecnología. Ha habido muchos cambios, pero estos cambios en la conducta humana han sido los más llamativos y que exaltan, evidentemente, el morbo humano.
50 años del Golpe de Estado
El actor también se refirió a la polarización del país en el marco de la conmemoración de los 50 años de la dictadura cívico-militar. En esa línea, mencionó que “la deshumanización que existió en ese momento, y que mucha gente la pasa por alto y algunos todavía convencidos de que los detenidos desaparecidos nunca existieron o que no fueron 3.500 si no que fueron 300 así que no importa, lo encuentro inhumano desde todo punto de vista”.
—¿Cómo crees que va a ser este año y cómo va a hacer para ti? Incluso te metieron preso…
—Fui preso político en la Cárcel Pública. Para un sector oligárquico y dominante desde el punto de vista del poder de la economía, que es un poder que cada día se va perdiendo más, fueron años gloriosos y para los demás fueron unos años de pavor. Realmente unos años terroríficos, yo le vi los ojos al diablo y me hubiera gustado que cualquiera de estas otras personas que salieron privilegiadas de toda la dictadura experimentaran lo que es mirar al diablo a los ojos, y me refiero a la CNI concretamente.
“Una guerra que se da solo por el dinero y por el dinero que puedes perder víctima del “comunismo”, porque yo recuerdo la época de la UP como un momento de un experimento social económico y etc. Si cualquier persona todavía fanatica pinochetista o de derecha escucha el discurso de Allende en las Naciones Unidas es el mejor discurso que puede escuchar. Es como escuchar a Pepe Mujica, o sea, oradores tremendos, con un poder tremendo en la palabra, en la oratoria, y en el contenido de lo que están diciendo”, declaró.
—Sin embargo está esta polarización que probablemente sea de las elites pero finalmente se traspasa. Lo que están dando a conocer las encuestas es que la gente le está perdiendo el valor a la democracia…
—Es del todo preocupante, si eso de desarrolla, si llega a concretarse va a ser un mundo de Orwell, va a hacer en 1984 en que todo está bajo control, la conducta humana está bajo control. Y hay que empezar a redefinir conceptos como qué es la democracia y todos sabemos que la libertad de uno termina en la frontera de la libertad del otro. (…) La forma de dominar a una masa es a través del miedo, que fue lo que sucedió con la Unidad Popular.