Anthem es un juego que intenta sumergirte rápidamente en un grinding no letal

Por Joan Xavier Alemany

08.03.2019 / 13:43

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La ambiciosa apuesta Co-Op de BioWare tiene todos los condimentos de superproducción, con storyline, diálogos y detalles gráficos pensados con cuidado para moldear un universo único. La advertencia es clara: oscilarás entre el asombro y el agotamiento invirtiendo largas horas de gameplay repetitivo.


Partamos reconociendo una gran verdad: eso de los exoesqueletos robóticos está bastante trillado, tanto en el cine como en los videojuegos. Digamos también que es un concepto que atrae de manera casi inexplicable. Varios queríamos ser Iron Man, o cualquiera de esas propuestas de corte mecha que tanto abundan. 

Sigamos con una comparación: tal como los saltos en la gimnasia, el que dos competidores ejecuten la misma acrobacia no significa que tengan la misma puntuación. Ambos atletas saben bien que su éxito dependerá de las pequeñas variantes y, sobre todo, la ejecución. 

A esa ejecución perfecta de una fórmula conocida apuntó la apuesta RPG de Anthem, la megaproducción cooperativa de BioWare. Y argumentos hay de sobra. Con una calidad gráfica de última generación junto a una historia que no escatima en backstory, la idea claramente es proyectar una franquicia que perdure y se continúe expandiendo en el tiempo. 

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PILOTO AUTOMÁTICO 

Viniendo de haber jugado más de 1.100 horas de Warframe, entiendo lo que significa la propuesta de escuadrones de cuatro jugadores cooperativos y el ritual muchas veces tortuoso de entrar en sincronía con extraños. Y, desde luego, también me he graduado en el arte de batallar contra el fantasma del grinding, vacío y sin sentido, que aparece tras superar la barrera de las 10 horas. 

En Anthem hay algo un poco distinto, pariendo porque hay varias cosas por hacer, así que eso lo convierte en más que un simple juego de repetir patrones para terminar expediciones intrascendentes. Se trata también de recorrer terrenos de amplia belleza natural y ruinas tecnológicas ancestrales, buscando, además, entender un trasfondo narrativo en el que vale mucho la pena detenerse si te gusta la ciencia ficción.  

Entonces sí, hay grinding y mucho, pero también hay historia suficiente para que el aficionado a la lectura pueda entretenerse.  

Tienes cuatro tipos de Alabarda para elegir: Comando (equilibrado), Coloso (atacante), Comando (ágil) y Tormenta (soporte). Su uso, eso sí, puede variar en relación a las armas que lleves al campo de batalla. 

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Pero hay que enfatizar el punto anterior, independiente de la versatilidad de las armaduras: más tarde que temprano terminarás repitiendo la misma estructura de misiones en la búsqueda de los mejores items para tu arsenal que llegan en formato de drop en distintas rarezas. 

Como buen RPG, puedes ir mejorando piezas concretas de tu arsenal y también desarmando aquellas recompensas que no sirven a tus intereses.  

Aquí todo se construye en base al poder de las Alabardas, armadura de batalla que puedes personalizar en colores y texturas para darle tu propio estilo y alardear entre tus conocidos. Esto no se puede obviar en el 2019 y es pieza fundamental en cualquier Co-Op. 

Como Freelancer (que suena bastante mejor que “librancero” en la traducción al español), piloto de aquellas armas futuristas, vas descubriendo qué diablos es el Himno de la Creación -razón de ser del título- y el motivo de las apariciones de enemigos letales en la tierra mediante portales. 

Sí, esa mezcla biotecnológica tanto en protagonistas como en enemigos ya se ha visto, pero el combate mismo tiene algo que decir. Hay satisfacción en el hecho de tener tanta capacidad de movimiento en un escenario tan vasto y que haya tantas maneras de encarar una batalla. 

Puedes volar libremente por el cielo, recorrer oscuros laberintos a ras de suelo o caer en picada hasta sumergirte bajo el agua en secretos pasajes llenos de vida. La sensación de libertad es increíble, pero a la vez una droga que termina siendo dosificada por el enfriamiento que necesitará tu Alabarda.

Los propulsores se sobrecalientan constantemente y, si eso ocurre, deberás esperar varios segundos más para retomar velocidad y aire. Está bien para no abusar y sentir algo de tensión. 

Todo eso empaqueta un modo de combate que será familiar para cualquier fan de Halo o de los FPS en general. Tienes dos armas para cambiar, una tercera de cuerpo a cuerpo, tres objetos equipables y un poder especial de cada armadura con el que puedes dar la vuelta en un aprieto.

La parte confusa, entre tanto vértigo, es el cálculo del daño que cada enemigo sufre al dispararle. Hay que poner atención a las debilidades de cada criatura, además de usar las armas con el tipo de daño correcto para efectivamente ser un aporte en las incursiones. Esto puede verse en cada tiro con números de color según el daño y si es o no un golpe crítico, pero lamentablemente las descripciones de las armas y objetos dejan muchos conceptos en la ambigüedad. 

Debo mencionar, por otro lado, que el propio juego te señala antes de ir a una expedición en solitario que “¡La mejor forma de disfrutar Anthem es con un escuadrón!”, instando a iniciar un matchmaking. Definitivamente la experiencia de ir por tu cuenta para probar tus capacidades durará sólo unas horas en dificultad Normal.  

Tus armas pierden eficacia muy tempranamente en el juego, por lo que si quieres ir descubriendo más cosas de la historia principal deberás sí o sí aliarte con otros tres freelancers.

Aquí se vuelve un poco complicado. El ritual de relacionarse con desconocidos ya es una barrera de entrada para quienes son más pacientes o son adictos a la exploración, sobre todo en un juego con un mundo de este calibre. 

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Sin embargo, una vez dentro de una partida pública, Anthem es severo y te obliga a reunirte con tu escuadrón si te alejas mucho de la zona delimitada para cumplir los objetivos de la misión. Así, tomarte tu tiempo es una opción bastante lejana y si te tocan compañeros de nivel alto, siendo condenado al speedrun 

Pensar poco y avanzar rápido es muchas veces la única alternativa si quieres alcanzar a eliminar algunos enemigos para tener un poco de acción. 

CAOS NATURAL 

El mundo está hecho para ser disfrutado hasta el último detalle. Gráficamente es muy complaciente y el aspecto visual es uno de los más potentes en lo que se ha visto del año. Y no sólo tiene que ver con los efectos de iluminación que logra el motor Frostbite, sino que también con la personalidad viva y natural del diseño del entorno, así como también el carácter duro y la bestial fortaleza de Alabardas y enemigos. Hay momentos casi cinematográficos. 

Cada personaje con el que hablas, además, tiene expresiones faciales realistas que enfatizan ciertas líneas y que complementa el tono de los diálogos que están lejos de ser relleno. Hay un guión ahí que tiene mucho que decir. 

Fort Tarsis, la aldea base de recolectores y taller principal de las Alabardastiene varios NPC con los que puedes interactuar para obtener misiones primarias y secundarias. Ese hogar tiene algunos secretos en sus pasillos, por lo que recorrer con calma y dialogar en el singleplayer es obligatorio. Aunque, lamentablemente, ese es un tour bastante corto. 

Algo para estar tranquilos: los detalles visuales para personalizar cada personaje pueden obtenerse luego de varias horas de juego recolectando monedas a un ritmo lento y constante en caso de no querer invertir dinero real en la divisa in-game (cristales). Pero tiene un gran y llamativo punto en contra: no hay casi nada que valga la pena comprar. 

Eso es algo que muy bien han hecho otros títulos free-toplaysutiles a la hora de sugerir comprar con dinero real sabiendo que eso se trata simplemente de un aceleradordando cuenta que todo se puede obtener gratis si juegas lo suficiente, pero aquí claramente se durmieron en la oferta dejando bastante a la suerte del loot. 

EN SUMA 

El mayor obstáculo de Anthem es el grinding, un elemento que los desarrolladores todavía se complican en dosificar para un consumidor que pareciera tener cada vez menos tiempo para sentarse a jugarDespués de una veintena de horas comienzas a cuestionarte el fin último de tener mejores armas y mejor equipamiento. Quisiera destacar la impecable gráfica y la interesante narrativa que propone BioWare, pero esto último es un arma de doble filo: si no hay tiempo ni motivación hacia ella, el juego pierde la mitad de la gracia.