“Si no denuncias de inmediato, estás mintiendo”: 5 mitos más comunes sobre el abuso sexual y la violación

Por CNN Chile

19.10.2020 / 22:21

De acuerdo a la especialista en reparación emocional y temáticas de autocuidado y autoestima, Javiera Donoso, existen prejuicios culturales que hacen parte de la minimización social del problema de la agresión sexual en nuestro país. Estos son algunos de los más comunes.


De acuerdo al Código Penal de nuestro país, se consideran delitos sexuales: la violación, el estupro, el abuso sexual, incesto y la sodomía, entre otros delitos asociados a la prostitución y pornografía infantil.

Sin embargo, diversas investigaciones documentan extensivamente que las mujeres que son abusadas o agredidas sexualmente son aún objeto de la presión social por tener que responder a maneras específicas de “probar” que son víctimas “reales” y “creíbles”.

El primer tema fundamental tiene que ver con el consentimiento, sobre el cual abundan las ideas equivocadas que divulgadas se convierten en mitos populares: “estaba curada” o “a las señoritas eso no les pasa”. Estas creencias que no tienen ningún fundamento científico, perjudican a las víctimas, sobre quienes ya pesa un trauma y un gran dolor.

Por ello, la psicóloga Javiera Donoso, especialista en reparación emocional y temáticas de autocuidado y autoestima, explica cuáles son los mitos más frecuentes sobre el abuso sexual y violación que persisten en nuestra sociedad.

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1. Si no denuncias de inmediato, estás mintiendo

Un mito recurrente sobre la violación es la idea de que las mujeres que no revelan rápidamente o reportan el abuso o agresión sexual están mintiendo.

Las doctoras Lori Haskell y Melanie Randall, en su estudio The Impact of Trauma on Adult Sexual Assault Victims, realizado en el año 2019, señalan algunos motivos que hacen a una mujer no querer denunciar.

“Muchas víctimas optan por no denunciar los delitos de violencia sexual cometidos en su contra. Aquellos que deciden reportar e ir a través del proceso judicial, frecuentemente experimentan que el sistema de justicia criminal como un lugar retraumatizante e incluso que les hace daño”, explican las autoras.

2. Si estabas bajo el efecto del alcohol o drogas, fue tu culpa

Muchos aún se adhieren a la idea errónea de que las mujeres que usan drogas o alcohol son las responsables por haber sido abusadas o agredidas sexualmente, como también a la creencia equivocada que sostiene que el consentimiento es continuo en una relación íntima (o estable) y que no se necesita ser explícitamente dada, aún entre parejas.

“Es fundamental entender que una agresión sexual nunca es buscada o provocada por la mujer, y no puede ser justificada en base a lo que ella dijo, no dijo, hizo o dejó de hacer. De lo contrario estaremos re-victimizando”, explicó Donoso.

3. Si eres “fácil”, te lo buscaste y no fue abuso

Toda mujer tiene el legitimo derecho a vivir y decidir sobre su sexualidad, la llamada “promiscuidad” no es una excusa, ni autoriza una agresión sexual”, enfatizó la experta.

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4. A las “señoritas” esto no les pasa

Parte de los prejuicios y estereotipos que pesan sobre la mujer es el de ser “señoritas” es decir, comportarse de una manera determinada que se supone la protegerá o alejará de un posible abusador. Nuevamente pesa sobre la mujer la responsabilidad de un acto criminal que siempre le corresponde al perpetrador.

5. Si no te obligó por la fuerza, no fue abuso

Una mujer no necesita defenderse o pelear para probar que no quería tener sexo. Con respecto a este punto, la ley canadiense de agresión sexual, según las doctoras Lori Haskell y Melanie Randall, no requiere prueba de que hubo resistencia para demostrar la falta de consentimiento.

“No obstante, en la imaginación popular, frecuentemente se espera que la mujer se resista (con motricidad agresiva) para probar que ellas fueron víctimas ‘reales’ de una agresión sexual”, explicó Donoso.

De acuerdo a la experta, estos mitos develan una falla cultural, política y educacional que se debe corregir para que futuras generaciones no las vuelvan a repetir, por lo que, a su juicio, es una responsabilidad ética educarse en este asunto, ya que estos prejuicios culturales hacen parte de la minimización social del problema de la agresión sexual en nuestro país.

“Los profesionales de la salud mental, con experiencia clínica e información de literatura científica acorde a la problemática, sabemos la desgarradura existencial que implica ser víctima de un delito sexual es gravísima, es de esperar que la sociedad se ponga a tono y ofrezca a las mujeres protección y justicia”, zanjó.