Sus impulsores aseguran que sirve para perder peso y perder grasa. Sin embargo, varios especialistas afirman que no hay evidencia sobre tales beneficios.
Que es un “Superalimento”. Que mejora el metabolismo para perder grasa. Que reduce el apetito. Que ayuda a personas con alzheimer. Esas son algunas de las propiedades que le han asignado al aceite de coco, algo que es muy lejano a lo que propone una profesora de Harvard.
Todavía existen muchos mitos acerca de sus beneficios, y el trabajo de la académica tiene una postura concluyente que rechaza de plano cualquier tipo de propiedad favorable para la salud.
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Es una sustancia que contiene en torno al 80% de grasas saturadas. Los hay de 4 tipos: puro, refinado, virgen y orgánico.
Descripciones sobre el aceite de coco orgánico -comúnmente encontrado en farmacias- aseguran que ayuda a aumentar el HDL, conocido como el “colesterol bueno”.
Se puede incluir en la dieta en preparaciones fritas u horneadas, al parecerse a la manteca. También puede ser usado para el cabello o la piel.
Algunas organizaciones como la British Nutrition Fundation, ante las escasas evidencias científicas sobre sus beneficios, han decidido llamar a incluirlo en la dieta sólo en bajas porciones por su alto contenido en grasa saturada: tiene casi un tercio más que la mantequilla.
Especialistas en Estados Unidos, en tanto, han asegurado que “virtualmente no hay datos que soporten el entusiasmo” que existe por el aceite de coco.
Karin Michels, epidemióloga en la Escuela de Salud Pública de Harvard presentó una ponencia de casi 50 minutos titulada “Aceite de Coco y otros errores nutricionales” en la Universidad de Freiburg.
Según afirmó, el producto es “una de las peores cosas que puedes comer”, dijo, y lo describió como “veneno puro”.
El video de la conferencia, subido el 10 de julio, se ha vuelto viral con casi un millón de reproducciones.
Expertos han sugerido, como consigna The New York Times, que como regla general es mejor cocinar con aceite de oliva para la salud en general.
Experto en política estadounidense y ex subsecretario de Asuntos Hemisféricos de EE.UU., el cientista político chileno analiza las elecciones presidenciales y su impacto en la relación de EE.UU. con América Latina.
