Los expertos fueron enfáticos en señalar que la recomendación sigue siendo no beber en exceso.
De acuerdo con un nuevo gran estudio del British Medical Journal, las personas que beben mucho tienen más probabilidades de desarrollar demencia. Esto no es sorprendente: sabemos que el uso excesivo del alcohol está vinculado a muchas enfermedades. Pero lo que no sabes es que la gente que no bebe es más propensa a desarrollar demencia.
Considerablemente más propensas, de hecho.
El estudio —que incluyó a 9.000 británicos entre los 35 y 55 años a mediados de los 80 y los siguió durante 30 años— encontró que la gente que no bebió licor durante un periodo de 10 años o más fue un 50% más propensa a desarrollar demencia más adelante en su vida en comparación con la gente que bebió una cantidad moderada.
El consumo excesivo de alcohol produce una forma de daño cerebral que puede asociarse con condiciones de pérdida de memoria como el Alzheimer y la demencia.
La gente que bebe excesivamente —más de las 14 unidades recomendadas por semana— también tuvieron un riesgo más alto.
Este hallazgo es llamado “curva en forma de J”, porque el riesgo disminuye al principio, a medida que bebes más, y luego empieza a subir de nuevo, en forma de J.
Estudios anteriores han encontrado lo mismo, y de hecho esta tendencia se ha visto en otras condiciones como enfermedades del corazón, accidentes cerebrocardiovasculares y diabetes, que también mostraron un patrón similar (si no bebes, estás en un riesgo alto; pero si bebes un poco, el riesgo cae, y luego vuelve a aumentar).
Lo que esto no significa, sin embargo, es que si no bebes, debas comenzar a beber por el bien del futuro de tu cerebro.
Por un lado, aunque un 50% más de riesgo suene mal, vale la pena ponerlo en contexto.
Solo cerca de 400 participantes del estudio —un poco menos del 5%— de hecho desarrolló demencia. De los 1.300 abstemios de larga data, 98 personas (7,5%) desarrollaron demencia. El riesgo es de hecho 50% más alto, pero el 150% de un número pequeño todavía es bastante pequeño.
Segundo, no está claro que la abstinencia al alcohol sea de hecho la causa de la demencia. O más precisamente, no está claro que el alcohol tenga un efecto protector. Esto porque, al menos en la sociedad británica, la gente que no bebe para nada, es muy inusual.
Puedes verlo en el estudio. Las personas que están en el grupo de los “abstemios” son más propenso a no ser blancos, menos propensos a tener certificados educativos más altos, y son más propensos a vivir solos.
Esos grupos pueden ser más propensos a la demencia, naturalmente. El estudio trata de explicar esas diferencias con métodos estadísticos, pero eso es complicado. “El modelo que usan trata de tener en cuenta esas diferencias”, dice Suzi Gaga, psicóloga y epidemiología de la Universidad de Liverpool. Pero nunca puedes estar seguro “primero de que todas las diferencias están incluidas, y segundo de que las medidas que estás usando capturen todas esas diferencias”.
Expertos recomiendan beber 14 unidades de alcohol a la semana.
Por ejemplo, dice ella, la razón por la que alguna gente no bebe es porque su médico de cabecera les ha dicho que no, debido a razones de salud. “Es una de las primeras cosas que los médicos te dicen”, dice ella, en especial cuando la gente ha sido diagnosticada con problemas de corazón.
Si hay muchas personas que tienen condiciones de salud subyacentes en el grupo de abstemios, no sería sorprendente que tendieran a tener demencia (y derrames cerebrales, y enfermedades cardiacas) con más frecuencia. Algunos bebedores empedernidos también se vuelven abstemios.
Los autores del estudio están al tanto de todas esas limitaciones, y fueron cuidadosos en no decir que el alcohol protege a la gente de la demencia, aunque ellos creen que podría hacerlo. No está claro exactamente cómo esto puede funcionar biológicamente. El estudio sugiere algunas posibilidades, pero Gage alerta que “puedes encontrar mecanismos plausibles para casi cualquier hallazgo. Pero no estoy convencida”.
Otros científicos creen que hay un efecto protector, pero es un debate en curso, y parece poco probable que sea tan grande como el aumento del 50% del riesgo del que hablamos antes.
Por el momento, el consejo es beber menos de 14 unidades —cerca de siete pintas de cerveza o vasos de vino— por semana.
Pero, como dice el mismo estudio, esto no debe “motivar a la gente que no bebe a empezar a beber, dados los conocidos efectos perjudiciales del consumo de alcohol”.