En total hay 27 observatorios astroturísticos en el país, la mayoría privados, y según cifras de la subsecretaría de Turismo, de los casi 6,5 millones de turistas que visitaron Chile en 2017, sólo el 1% visitó alguno de ellos. Por esta razón, desde distintas entidades que trabajan en el área de turismo buscan explotar todo su potencial.
Hace 30 años España se convirtió en el primer país del mundo en crear una Ley del Cielo. Gracias a ella, hoy la isla La Palma, ubicada al norte de África, no sólo cuenta con instalación científica de primer orden. Aquí se creó una certificación de calidad de cielos en 2007 y sus restoranes, hoteles y joyerías giran en torno a la astronomía.
En España el turismo representa el 15% del PIB. Aquí se dieron cuenta de que los cielos eran una mina de oro. También se dieron cuenta en Hawai. Nos estamos dando cuenta en Chile
En total hay 27 observatorios astroturísticos en el país, la mayoría privados. Uno de ellos Pailalén en el Cajón del Maipo.
“Lo que tratamos de hacer acá es dar una experiencia que nos permita mostrarle a la gente que somos parte de algo mucho más grande, que entendamos un poco dónde estamos”, cuenta Gastón Trejo, Astroguía en Pailalén.
Según cifras de la subsecretaría de Turismo, de los casi 6,5 millones de turistas que visitaron Chile en 2017, sólo el 1% visitó un observatorio astronómico.
“Los brasileños, por ejemplo, tienen mucho interés en venir a vernos, pero el resto de los países no saben ni siquiera que existimos como observatorio. Sólo lo asocian a la astronomía científica. Falta que demostremos tener los mejores cielos del planeta”, cuenta Valeria Cortinez, encargada de marketing.
En total 260 mil visitantes han visitado los observatorios turísticos, y se espera que esa cifra llegue a los 750 mil en 2025.
Quien llega a Chile normalmente pasa a una viña. Nuestros vinos son reconocidos y ese turista quiere venir a vivir una experiencia en los valles vitivinícolas. Pero hace 10 años no era un producto consolidado. Lo mismo está sucediendo con el astroturismo”, relata Mónica Zalaquett, subsecretaria de Turismo.
Vino con sabor a cielo
En 2010 el escocés Ian Hutcheon literalmente unió la enología con la astronomía, y concretó el sabor del cielo al crear el primer vino hecho a base de meteorito en San Vicente de Tagua Tagua. Instaló un observatorio del que es director y hasta tiene una sala donde las barricas son atravesadas por ondas captadas de Júpiter y otros planetas.
“Este ha sido un trabajo bastante solitario porque estoy en un lugar atípico. Ha costado hacer entender que aquí también se puede. El boom va a llegar para los que quieran involucrarse en astroturismo”, cuenta.
Y hace ya 10 años el boom llegaba a la industria del vino. Las viñas se dieron cuenta que no bastaba con ofrecer un producto y empezaron a entregar una experiencia.
“En un principio lo que se organizaba eran solo las visitas a las viñas, pero los visitantes necesitaban comer, alojamiento y se dan cuenta que se necesitan otro tipo de servicios que algunos valles no lo tenían”, explica Alicia Ortiz, gerente Enoturismo Chile.
“No es solo vengan a ver lo que la naturaleza nos regaló, sino también vengan a ver lo que nosotros hemos hecho con esa naturaleza. Somos un país chico y que está lejos, pero por lo mismo somos un país que todavía tiene mucho por dar a conocer”, agrega Constanza Cea, directora ejecutiva de Fundación Imagen de Chile.
En tanto, Hutcheon cree que “el astro tiene mucho más potencia que el enoturismo. Hay muchos países que pueden hacer enoturismo independiente de su clima. El astroturismo es más complejo porque hay que tener buenos cielos y Chile los tiene”.
El 40% de la infraestructura de observación astronómica del planeta está instalada en Chile y se espera que esa cifra llegue al 70% en la siguiente década. El desafío ahora es cómo lo aprovechamos.